Hoy abordamos la primera de las dos sesiones que dedicaremos al Lazarillo de Tormes, impresa a mediados del s. XVI y obra fundacional del género picaresco, caracterizado por el realismo, la autobiografía, la perspectiva marginal (el pícaro) y la tensión entre el deseo de subir de condición social y la inmovilidad de una sociedad jerárquica y estamental. Algunos autores, de hecho, consideran la picaresca como una escritura subversiva, trasgresora con el poder, mientras que otros ven en ella la mejor propaganda de esa sociedad aristocrática.
En clase hablamos de muchas cosas: el lenguaje popular de la obra, el sentido novelesco de su trama (donde se crea una red de eventos que se condicionan mutuamente y marcan la evolución del personaje), la dialéctica narrativa entre el adulto cínico de Lázaro y el inocente niño Lazarillo, los personajes más impactantes de la obra (el ciego, el escudero), la importancia del "caso" (cuernos) como eje estructurador de toda la novela, las fuentes genéricas (la epístola, el teatro y cuentos populares) y su evolución (hacia la novela moderna), la relación de la picaresca con la novela de caballerías, etc.
¿Qué más comentamos? ¿qué más se puede apuntar?
LECTORES DE TEXTOS CLÁSICOS: Ricardo Rangel, Ricardo Gutiérrez, Andrea Cuautle, Andrea Rauch, Alejandra Castillo, Cecilia González, Carmen Irabien, Adriana Bastarrachea, Andrew Bellino, Olivia Redline, Adrian Juárez, Dayne Reed y Sergio Reyes
viernes, 27 de agosto de 2010
miércoles, 25 de agosto de 2010
Celestina: umbral Edad Media-Renacimiento (Miércoles 25 de agosto)
Hoy hicimos una mesa redonda de análisis de diferentes fragmentos de La Celestina. Nos interesó, en concreto, valorar en qué sentido la obra aún hereda códigos y tópicos literarios de tradición medieval (como el amor cortés, o la intención moralizadora) pero al mismo tiempo abre posibilidades "modernas" (la riqueza psicológica de personajes marginales, la mezcla carnavalesca de géneros, el realismo linguístico, la afirmación poderosa de la sexualidad y del feminismo) que en los siglos XVI y XVII se irán consagrando en otros textos.
¿Qué fue lo que ustedes recuerdan o pueden aportar a ese análisis?
Recuerden incorporar sus comentarios y, al final de ellos, la dirección del blog personal que deben crear, con su primer análisis personal de El Lazarillo.
Hasta el día de hoy, de hecho, las sesiones de clases fueron nua especie de introducción, un prólogo, a lo que viene a continuación. ¡Más madera!!!
¿Qué fue lo que ustedes recuerdan o pueden aportar a ese análisis?
Recuerden incorporar sus comentarios y, al final de ellos, la dirección del blog personal que deben crear, con su primer análisis personal de El Lazarillo.
Hasta el día de hoy, de hecho, las sesiones de clases fueron nua especie de introducción, un prólogo, a lo que viene a continuación. ¡Más madera!!!
domingo, 22 de agosto de 2010
Herramientas retóricas
Si uno de los fenómenos culturales del Renacimiento es el humanismo la clase del viernes pasado puede considerarse un humilde homenaje a aquellos universitarios. Pues la retórica era una de las cinco materias obligatorias de su carrera y consistía en la lectura y la redacción de textos latinos a la usanza compositiva de Cicerón u Horacio.
Ricardo tuvo la cortesía de empezar el repaso con el epíteto (adjetivo que incide en la cualidad innata del sustantivo), que en Garcilaso (uno de sus mejores especialistas) como en tantos otros poetas de la época contribuía a potenciar ese mundo idealizado (neoplatonismo) de la naturaleza, con sus “altas hayas”, “verdes prados” y “blancas nieves”.
Carmen, a continuación, desarrolló el oxímoron (o paradoja, es decir, la afirmación de algo contradictorio, ilógico) y que muy bien conectó con el gusto barroco por el drama de la tensión (entre ideas, luces, palabras). Nos regaló el endecasílabo de Quevedo “esa herida que duele y no se siente”, donde una manera de resolver la paradoja es entender que ese mal de amor puede doler en un sentido (físico-emocional) pero elevar al enamorado también a otro nivel del ser (psicológico-espiritual) donde se siente libre de cualquier padecimiento. El oxímoron, también, les comenté es una figura retórica muy apreciada por los místicos del s- XVI (San Juan, Santa Teresa, Fray Luis de León) como uno de los pocos caminos verbales que permitían comunicar la experiencia extralingüística de la fusión con Dios.
Con Andrea Mateos llegamos al calambur (juego de palabras donde la diferente separación silábica conduce a dos posibles significados, uno inocente y otro malicioso) y a la poesía satírica, tan del gusto barroco. Y nos regaló la estrofa del poema con el que Góngora se burlaba del gran Lope de Vega: “A ese lopico, lo/pico”. O como cuando Quevedo se burló de la cojera de la Reina Mariana de Austria (esposa de Felipe IV) con su gentil ofrecimiento cortesano: “entre los claveles rojos y las rosas blancas, Su Majestad es/coja”.
La Hipérbole (exageración), si no recuerdo mal (confirmen en comentarios) la trabajó Andrea Ruch, quien vio en la poesía de Góngora (en el Polifemo), una de sus cumbres estéticas. Además de ese efecto dramático la hipérbole puede ser un dardo excelente para la sátira y el humor, como en el famoso: “érase un hombre a una nariz pegado” quevedesco. Incluso en el Quijote se pueden ver encarnados ambos sentidos hiperbólicos, su exagerado idealismo caballeresco y su locura digna de burla.
A Cecilia le tocó la antítesis (contraste entre dos palabras de significado opuesto) y su exposición nos ayudó a delimitar la frontera con el oxímoron, pues en la antítesis los dos opuestos aparecen en la frase sin plantear contradicción ninguna. Así en el verso del soneto de Góngora “Ayer naciste y morirás mañana”, el hecho de nacer en el pasado y morir en el futuro es perfectamente lógico y al poeta le sirve para acentuar al máximo la tensión entre el carpe diem y el memento mori.
Dyane, a su vez, debutó como expositora en la clase con una de mis figuras favorita, la aliteración (repetición fonética de un sonido para dar efectos musicales o de significación). Así en “la ronca tormenta” la “r” parece encarnar el sonido aterrador de los truenos. O en el verso de Garcilaso “Hallo según por do anduve perdido” (soneto I) puede simplemente enfatizar los sonidos suaves de la dicción en su recitación. En otros casos, como en célebre verso de San Juan (“un no se qué que quedan balbuciendo”) puede rozar la onomatopeya al entender que esa repetición de la consonante gutural (la /k/) parece imitar el balbuceo, la imposibilidad misma de expresar lo místico.
Olivia nos habló de la sinestesia (cruce de las propiedades de los diferentes sentidos) y cómo cuando Lope de Vega, en un soneto elogioso dice de Rubens que es “gran poeta de los ojos” mezcla el arte verbal (la poesía) y el visual (la pintura). O cuando Quevedo encuentra en la lectura una posibilidad de dialogar con los sabios antiguos y afirma: “escucho con mis ojos a los muertos”. (Si entendí bien la explicación de Olivia estos ejemplo sería n sinestesia s de primer grado. Olivia, por favor, corrígeme si me equivoco).
Andrew abordó el problemático concepto de paralelismo, que se puede entender en un sentido más amplio pero que prefiero que usemos en la clase como sinónimo de “repetición sintáctica”. Así cuando el Cid responde al Rey “tú me destierras por uno/ yo me destierro por cuatro” tenemos dos frases con idéntica estructura sintáctica. El paralelismo ha contribuido, entre otros, a la prosa poética de Octavio Paz o Pablo Neruda, además de a la mayoría de refranes de habla hispana. De hecho, como bien puntualizó Alejandra, el paralelismo no ofrece la simetría inversa de los espejos (sí el quiasmo) sino la repetición exacta del “copy-paste” sintáctico.
El miércoles nos espera una de las obras más fascinantes de la literatura clásica, "La Celestina". ¡Que aproveche!
Ricardo tuvo la cortesía de empezar el repaso con el epíteto (adjetivo que incide en la cualidad innata del sustantivo), que en Garcilaso (uno de sus mejores especialistas) como en tantos otros poetas de la época contribuía a potenciar ese mundo idealizado (neoplatonismo) de la naturaleza, con sus “altas hayas”, “verdes prados” y “blancas nieves”.
Carmen, a continuación, desarrolló el oxímoron (o paradoja, es decir, la afirmación de algo contradictorio, ilógico) y que muy bien conectó con el gusto barroco por el drama de la tensión (entre ideas, luces, palabras). Nos regaló el endecasílabo de Quevedo “esa herida que duele y no se siente”, donde una manera de resolver la paradoja es entender que ese mal de amor puede doler en un sentido (físico-emocional) pero elevar al enamorado también a otro nivel del ser (psicológico-espiritual) donde se siente libre de cualquier padecimiento. El oxímoron, también, les comenté es una figura retórica muy apreciada por los místicos del s- XVI (San Juan, Santa Teresa, Fray Luis de León) como uno de los pocos caminos verbales que permitían comunicar la experiencia extralingüística de la fusión con Dios.
Con Andrea Mateos llegamos al calambur (juego de palabras donde la diferente separación silábica conduce a dos posibles significados, uno inocente y otro malicioso) y a la poesía satírica, tan del gusto barroco. Y nos regaló la estrofa del poema con el que Góngora se burlaba del gran Lope de Vega: “A ese lopico, lo/pico”. O como cuando Quevedo se burló de la cojera de la Reina Mariana de Austria (esposa de Felipe IV) con su gentil ofrecimiento cortesano: “entre los claveles rojos y las rosas blancas, Su Majestad es/coja”.
La Hipérbole (exageración), si no recuerdo mal (confirmen en comentarios) la trabajó Andrea Ruch, quien vio en la poesía de Góngora (en el Polifemo), una de sus cumbres estéticas. Además de ese efecto dramático la hipérbole puede ser un dardo excelente para la sátira y el humor, como en el famoso: “érase un hombre a una nariz pegado” quevedesco. Incluso en el Quijote se pueden ver encarnados ambos sentidos hiperbólicos, su exagerado idealismo caballeresco y su locura digna de burla.
A Cecilia le tocó la antítesis (contraste entre dos palabras de significado opuesto) y su exposición nos ayudó a delimitar la frontera con el oxímoron, pues en la antítesis los dos opuestos aparecen en la frase sin plantear contradicción ninguna. Así en el verso del soneto de Góngora “Ayer naciste y morirás mañana”, el hecho de nacer en el pasado y morir en el futuro es perfectamente lógico y al poeta le sirve para acentuar al máximo la tensión entre el carpe diem y el memento mori.
Dyane, a su vez, debutó como expositora en la clase con una de mis figuras favorita, la aliteración (repetición fonética de un sonido para dar efectos musicales o de significación). Así en “la ronca tormenta” la “r” parece encarnar el sonido aterrador de los truenos. O en el verso de Garcilaso “Hallo según por do anduve perdido” (soneto I) puede simplemente enfatizar los sonidos suaves de la dicción en su recitación. En otros casos, como en célebre verso de San Juan (“un no se qué que quedan balbuciendo”) puede rozar la onomatopeya al entender que esa repetición de la consonante gutural (la /k/) parece imitar el balbuceo, la imposibilidad misma de expresar lo místico.
Olivia nos habló de la sinestesia (cruce de las propiedades de los diferentes sentidos) y cómo cuando Lope de Vega, en un soneto elogioso dice de Rubens que es “gran poeta de los ojos” mezcla el arte verbal (la poesía) y el visual (la pintura). O cuando Quevedo encuentra en la lectura una posibilidad de dialogar con los sabios antiguos y afirma: “escucho con mis ojos a los muertos”. (Si entendí bien la explicación de Olivia estos ejemplo sería n sinestesia s de primer grado. Olivia, por favor, corrígeme si me equivoco).
Andrew abordó el problemático concepto de paralelismo, que se puede entender en un sentido más amplio pero que prefiero que usemos en la clase como sinónimo de “repetición sintáctica”. Así cuando el Cid responde al Rey “tú me destierras por uno/ yo me destierro por cuatro” tenemos dos frases con idéntica estructura sintáctica. El paralelismo ha contribuido, entre otros, a la prosa poética de Octavio Paz o Pablo Neruda, además de a la mayoría de refranes de habla hispana. De hecho, como bien puntualizó Alejandra, el paralelismo no ofrece la simetría inversa de los espejos (sí el quiasmo) sino la repetición exacta del “copy-paste” sintáctico.
El miércoles nos espera una de las obras más fascinantes de la literatura clásica, "La Celestina". ¡Que aproveche!
jueves, 19 de agosto de 2010
Contradicciones del siglo de oro (miércoles 18)
En la clase del miércoles profundizamos en el contexto histórico y cultural de los siglos de oro.
Cecilia nos recordó la vida íntima de aquella sociedad, donde las relaciones familiares estaban marcadas por el concepto de honra y la jerarquía patriarcal. Pero, ojo, el Renacimiento también impulsa el naciente individualismo y la búsqueda de la fama por los propios méritos (tal vez Maquiavelo sea el más crudo expositor de esta mentalidad).
En lo económico Ricardo nos trajo a clase el ocurrente eslógan de Eduardo Galeano: "España tenía la vaca pero otros tomaban la leche". Y es que aquella España, dominada por La Mesta (asociación de ganaderos), por la aspiración aristocrática, por la búsqueda de títulos y tierras, fue un Imperio en lo militar y político pero un desastre en las condiciones de vida a su interior. Una España quijotesca, como bien vio Cervantes. Ésa fue una de las grandes sorpresas de la clase para Andrew, que no imaginaba al Imperio como nación subdesarrollada y deficitaria.
Andrea apuntó el auge del racionalismo (Da Vinci) y de la importancia del dinero. Asistimos a la formación de las grandes ciudades europeas y de la consolidación del capitalismo. Pero recordemos que también es la época de Nostradamus, la Inquisición y de la mística.
En cuanto a la lengua, Adriana refirió la expansión internacional y unificación de la lengua castellana, y cómo desde Nebrija (su Gramática fue publicada justo unos meses antes del descubrimiento de América) crece en los humanistas españoles la conciencia y el deber de llevar la cultura a la altura de la grandeza del país. Sin embargo, como bien comentamos, el modelo para ello es el trabajo de imitación de la cultura grecolatina (Platón, Cicerón y Horacio se ponen especialmente de moda), donde la originalidad y el mérito artístico radicaban en la actualización y castellanización de los ingredientes culturales heredados.
Cecilia nos recordó la vida íntima de aquella sociedad, donde las relaciones familiares estaban marcadas por el concepto de honra y la jerarquía patriarcal. Pero, ojo, el Renacimiento también impulsa el naciente individualismo y la búsqueda de la fama por los propios méritos (tal vez Maquiavelo sea el más crudo expositor de esta mentalidad).
En lo económico Ricardo nos trajo a clase el ocurrente eslógan de Eduardo Galeano: "España tenía la vaca pero otros tomaban la leche". Y es que aquella España, dominada por La Mesta (asociación de ganaderos), por la aspiración aristocrática, por la búsqueda de títulos y tierras, fue un Imperio en lo militar y político pero un desastre en las condiciones de vida a su interior. Una España quijotesca, como bien vio Cervantes. Ésa fue una de las grandes sorpresas de la clase para Andrew, que no imaginaba al Imperio como nación subdesarrollada y deficitaria.
Andrea apuntó el auge del racionalismo (Da Vinci) y de la importancia del dinero. Asistimos a la formación de las grandes ciudades europeas y de la consolidación del capitalismo. Pero recordemos que también es la época de Nostradamus, la Inquisición y de la mística.
En cuanto a la lengua, Adriana refirió la expansión internacional y unificación de la lengua castellana, y cómo desde Nebrija (su Gramática fue publicada justo unos meses antes del descubrimiento de América) crece en los humanistas españoles la conciencia y el deber de llevar la cultura a la altura de la grandeza del país. Sin embargo, como bien comentamos, el modelo para ello es el trabajo de imitación de la cultura grecolatina (Platón, Cicerón y Horacio se ponen especialmente de moda), donde la originalidad y el mérito artístico radicaban en la actualización y castellanización de los ingredientes culturales heredados.
domingo, 15 de agosto de 2010
Ojo de pájaro: tópicos del Renacimiento (viernes 13)
Fue una estupenda clase, dinámica y con un ritmo alto de información (los Ricardos, ¡pobres!, se miraban atónitos). Le dimos un repaso de volada al contexto histórico y cultural de los Siglos de Oro (sobre todo al s XVI). Y lo hicimos de la mano de una lista de "pistas" clave de la época.
La imprenta, inventada por Gutenberg en el 1440 (y que llegó a España en 1472) es uno de los pistoletazos de salida del Renacimiento, cuyos studia humanitatis, pasión filológica y difusión de la cultura (como bien apuntó Alejandra), nunca hubieran podido suceder a ese ritmo. La imprenta también explica la rápida expansión de las nuevas iglesias antivaticanas, como el Luteranismo o el Calvinismo, y el miedo de la Iglesia Católica a que las herejías se volvieran pandemia en su propio seno.
Explica también, por tanto, el nuevo control que se ejercerá en el campo intelectual. Osea, el Santo Oficio de la Inquisición, que en España fue fundada en 1476 por los Reyes Católicos. ¡4 años después de la llegada de la imprenta! ¿Casualidad? Al hablar de la Inquisición insistí en la peculiaridad del caso de España. Ya otros países, incluso varios siglos atrás, habían aplicado y aplicaban tribunales inquisitoriales contra la heregía cátara en el Languedoc francés o la caza de brujas en Flandes. Pero en España los "terroristas" espirituales con los que estaba obsesionada la Iglesia y el Estado (que tanto monta) eran los cristianos nuevos, osea, los judíos (y en menor medida también los moros) que se habían bautizado en el cristianismo después del decreto de expulsión (1492). La Iglesia (y sus cristianos "viejos") sospechaban que su conversión era una farsa y que, en el secreto de la familia o la secta, seguían cultivando su fe extranjera. Como segundo "diablo" o terror de la época estaba la expansión del luteranismo. Y es que el s. XVI (Lutero colgó sus 95 tesis contra las bulas en 1517) es una de las épocas mundiales de una religiosidad más revolucionaria, un intenso "movimiento hippy" (ja, ja) del cristianismo.
Quién lo iba a decir, ¿verdad? El siglo conocido como la cuna de la ciencia (Copérnico, Galileo), el espíritu experimental (Da Vinci), el racionalismo (Montaigne) es también un siglo "obsesivo-compulsivo" de la religión. No olvidemos que es a mediados del XVI cuando las profecías de Nostradamus se vuelven un chisme clandestino internacional.
Pero la realidad es aún más compleja, pues el poder creciente de la iglesia sobre los destinos humanos también estaba acompañado del "empoderamiento" de la Monarquía. El Rey Carlos I fue, de hecho, el emblema de ese modelo político moderno, donde los antiguos reinos medievales ya no tenían ciertos derechos de autonomía y debían rendir tributos a la Corona central. Absorvió, de hecho, bajo su reinado a la anterior Corona de Castilla, la Corona de Aragón, El Reino de Nápoles, Granada, Navarra, el Ducado de Borgoña, la Austria y el Tirol de los Habsburgo y la Soberanía de los Países Bajos (Flandes y Amberes). ¡Guauuuuuu! Imagínense: todos esos "países" tenían antes del Emperador Carlos I fronteras y gobiernos distintos. Como diría un amigo mío (Juan Priante) junto con Orwell: Bienvenidos al proceso de la centralización mundial del poder. El colmo del descaro de este nuevo absolutismo (que culminaría, como ustedes apuntaron, en el "Rey Sol" Luis s. XVI) fue su respaldo al saqueo del Vaticano (el "Saco de Roma"), cuando las tropas imperiales entraron en la Ciudad Santa, arrasando con todo, en busca del Papa. Imagínense en nuestros días soldados de la OTAN entrando en la Basílica de San Pedro para capturar a Benedicto XVI. Bien, pues algo así sucedió entonces. Fue el gran escándalo ético de la época, junto con las denuncias de las masacres de la conquista de Las Indias (como las que San Bartolomé de Las Casas planteó en la famosa Junta de Valladolid, donde se decreta, en la práctica, el fin de las guerras de conquista y el inicio de la colonización de América).
Y es que en ocasiones la ética de cada época es diferente. Como bien ustedes apuntaron, en aquellos siglos un Papa podía ser papá, además de haber ascendido a ese honor por el simple hecho de ser el hijo de un Médici. Otra diferencia ética fue la resuelta por la burguesía creciente y la aristocracia de linaje medieval. En España la mentalidad aristocrática ganó el partido por goleada, y los nuevos comerciantes enriquecidos en la compra-venta de los tesoros y productos de América fueron cambiando su ímpetu capitalista por el prestigio, honor y poder local ("cacicazgo") que adquirían con la compra de títulos nobiliarios. Trabajar era considera cosa "naca" y como de campesinos. En cambio la Corte, alrededor del palacio del Rey, admiraba el linaje, la cortesía, el patrimonio de la tierra. Es decir, las actividades improductivas. Así nos fue como nos fue en la era capitalista.
Hablamos también del Descubrimiento de América, como una de las noticias más impactantes de la historia mundial y a la que se llegó en busca de especias (que en la época eran claves para la conservación de los alimentos a falta de "refris"). Por cierto, Andrew me confesó después de clase que estuvo a punto de llamarlos "preservativos". ¿Qué chistoso, no? El bueno de Andrew apenas llega a México...¡y a punto está de echarnos su primer albur! (ja, ja). América, un inmenso continente lleno de profundas y diversas culturas, fue arrasado con la ayuda de los arcabuces y su tesoro sirvió, como bien explica Eduardo Galeano (Las venas abiertas de Latinoamerica), para financiar el capitalismo europeo (la industria textil de Flandes, la banca de Génova y Venecia).
En fin, que fue una clase densa de información, una especie de "mole" intelectual... ummm, y como me entró hambre, les dejo. La próxima sesión del miércoles vamos a disfrutar de otra zambullida aún más profunda en el Renacimiento español. Una apasionante época llena, como veremos, de contradicciones.
La imprenta, inventada por Gutenberg en el 1440 (y que llegó a España en 1472) es uno de los pistoletazos de salida del Renacimiento, cuyos studia humanitatis, pasión filológica y difusión de la cultura (como bien apuntó Alejandra), nunca hubieran podido suceder a ese ritmo. La imprenta también explica la rápida expansión de las nuevas iglesias antivaticanas, como el Luteranismo o el Calvinismo, y el miedo de la Iglesia Católica a que las herejías se volvieran pandemia en su propio seno.
Explica también, por tanto, el nuevo control que se ejercerá en el campo intelectual. Osea, el Santo Oficio de la Inquisición, que en España fue fundada en 1476 por los Reyes Católicos. ¡4 años después de la llegada de la imprenta! ¿Casualidad? Al hablar de la Inquisición insistí en la peculiaridad del caso de España. Ya otros países, incluso varios siglos atrás, habían aplicado y aplicaban tribunales inquisitoriales contra la heregía cátara en el Languedoc francés o la caza de brujas en Flandes. Pero en España los "terroristas" espirituales con los que estaba obsesionada la Iglesia y el Estado (que tanto monta) eran los cristianos nuevos, osea, los judíos (y en menor medida también los moros) que se habían bautizado en el cristianismo después del decreto de expulsión (1492). La Iglesia (y sus cristianos "viejos") sospechaban que su conversión era una farsa y que, en el secreto de la familia o la secta, seguían cultivando su fe extranjera. Como segundo "diablo" o terror de la época estaba la expansión del luteranismo. Y es que el s. XVI (Lutero colgó sus 95 tesis contra las bulas en 1517) es una de las épocas mundiales de una religiosidad más revolucionaria, un intenso "movimiento hippy" (ja, ja) del cristianismo.
Quién lo iba a decir, ¿verdad? El siglo conocido como la cuna de la ciencia (Copérnico, Galileo), el espíritu experimental (Da Vinci), el racionalismo (Montaigne) es también un siglo "obsesivo-compulsivo" de la religión. No olvidemos que es a mediados del XVI cuando las profecías de Nostradamus se vuelven un chisme clandestino internacional.
Pero la realidad es aún más compleja, pues el poder creciente de la iglesia sobre los destinos humanos también estaba acompañado del "empoderamiento" de la Monarquía. El Rey Carlos I fue, de hecho, el emblema de ese modelo político moderno, donde los antiguos reinos medievales ya no tenían ciertos derechos de autonomía y debían rendir tributos a la Corona central. Absorvió, de hecho, bajo su reinado a la anterior Corona de Castilla, la Corona de Aragón, El Reino de Nápoles, Granada, Navarra, el Ducado de Borgoña, la Austria y el Tirol de los Habsburgo y la Soberanía de los Países Bajos (Flandes y Amberes). ¡Guauuuuuu! Imagínense: todos esos "países" tenían antes del Emperador Carlos I fronteras y gobiernos distintos. Como diría un amigo mío (Juan Priante) junto con Orwell: Bienvenidos al proceso de la centralización mundial del poder. El colmo del descaro de este nuevo absolutismo (que culminaría, como ustedes apuntaron, en el "Rey Sol" Luis s. XVI) fue su respaldo al saqueo del Vaticano (el "Saco de Roma"), cuando las tropas imperiales entraron en la Ciudad Santa, arrasando con todo, en busca del Papa. Imagínense en nuestros días soldados de la OTAN entrando en la Basílica de San Pedro para capturar a Benedicto XVI. Bien, pues algo así sucedió entonces. Fue el gran escándalo ético de la época, junto con las denuncias de las masacres de la conquista de Las Indias (como las que San Bartolomé de Las Casas planteó en la famosa Junta de Valladolid, donde se decreta, en la práctica, el fin de las guerras de conquista y el inicio de la colonización de América).
Y es que en ocasiones la ética de cada época es diferente. Como bien ustedes apuntaron, en aquellos siglos un Papa podía ser papá, además de haber ascendido a ese honor por el simple hecho de ser el hijo de un Médici. Otra diferencia ética fue la resuelta por la burguesía creciente y la aristocracia de linaje medieval. En España la mentalidad aristocrática ganó el partido por goleada, y los nuevos comerciantes enriquecidos en la compra-venta de los tesoros y productos de América fueron cambiando su ímpetu capitalista por el prestigio, honor y poder local ("cacicazgo") que adquirían con la compra de títulos nobiliarios. Trabajar era considera cosa "naca" y como de campesinos. En cambio la Corte, alrededor del palacio del Rey, admiraba el linaje, la cortesía, el patrimonio de la tierra. Es decir, las actividades improductivas. Así nos fue como nos fue en la era capitalista.
Hablamos también del Descubrimiento de América, como una de las noticias más impactantes de la historia mundial y a la que se llegó en busca de especias (que en la época eran claves para la conservación de los alimentos a falta de "refris"). Por cierto, Andrew me confesó después de clase que estuvo a punto de llamarlos "preservativos". ¿Qué chistoso, no? El bueno de Andrew apenas llega a México...¡y a punto está de echarnos su primer albur! (ja, ja). América, un inmenso continente lleno de profundas y diversas culturas, fue arrasado con la ayuda de los arcabuces y su tesoro sirvió, como bien explica Eduardo Galeano (Las venas abiertas de Latinoamerica), para financiar el capitalismo europeo (la industria textil de Flandes, la banca de Génova y Venecia).
En fin, que fue una clase densa de información, una especie de "mole" intelectual... ummm, y como me entró hambre, les dejo. La próxima sesión del miércoles vamos a disfrutar de otra zambullida aún más profunda en el Renacimiento español. Una apasionante época llena, como veremos, de contradicciones.
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